El Bolso en el Bus
Debido
a que he tenido varias noches de insomnio producto de la ansiedad que me genera
el estrés universitario, sumado a que me fui a clases en bicicleta y son 18 km
ida y vuelta (según Google Maps) desde la casa a la universidad el caucho
trasero de mi bici sufrió un desperfecto, y me tocó esperar hora y media bajo
el sol de Maracaibo a que pasara alguien que me quisiera llevar, casualmente
tenía dinero como para pagar un taxi pero me negué a gastar dinero en eso, por
lo que esperé a que alguien me quisiera llevar. Finalmente apareció un buen
samaritano y me permitió subir al bus con la bici, el viaje fue todo
accidentado porque estaban cerradas varias de las vías y el bus tuvo que meterse
por angostas calles, maniobrando con una pericia admirable para no quedar
estampado contra la fachada de alguna de las casa de aquellas calles angostas.
Al llegar a la estación en la que me bajo, le agradecí al
colector y me bajé del bus llevando la bicicleta a cuestas, que difícil es
llevar una bicicleta que no anda por cierto. A llegar a la otra parada en la
que debía abordar el siguiente carrito para quedar un poco más cerca de mi casa,
me dije, bueno déjame sacar el dinero… Y voila, me doy cuenta que dejé el bolso
en el bus, en Venezuela, con dinero en efectivo adentro. No lo podía creer, era
como un mal sueño, le dije a una chica que estaba en la parada que por favor le
echara un ojo a la bicicleta que se me había quedado algo en el bus. Salí
corriendo a la parada pidiéndole a Dios que por favor estuviese el bolso en el
bus aún, que por favor estuviese.
Llegué a la parada y efectivamente ahí estaba el bus, me
subí corriendo y al llegar al final de bus, ahí estaba mi bolso, con todo
intacto adentro. Cuanto agradecimiento sentí con Dios porque esta vez quiso
tener misericordia de mí, de mi insomnio, del estrés que me generan las clases,
de mi tontería. Por eso escribo este cuento y le doy gracias. El resto del
viaje fue más bien tranquilo, formamos un pequeño foro en el carrito hablando
del trato tan cruel que se les da a los burritos aquí en Maracaibo a quienes
someten a la tortura de llevar unas cargas excesivas por unas distancias de
pesadilla.
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